COMPAÑERA MATILDE GARCÍA NIETO
De todas las mujeres de mi vida que merecen ser rescatadas del olvido, quiero dedicar estos retazos de memoria a mi tía abuela Matilde, una mujer que pasó por mi vida de puntillas y sin hacer ruido, pero que dejó una huella indeleble en mí e influyó decisiva- mente en mi manera de entender la feminidad. La recuerdo siempre sin maquillar, vestida con pantalón y ya bastante mayor, pero siempre con la mente ágil, el verbo alegre y el corazón de par en par. La tía Matilde no era una mujer guapa —al menos no en el sentido clásico de la palabra—, pero irradia-ba una luz cálida que la convertía en una de las mujeres más bellas que he conocido jamás. Hablaba francés, era asombrosamente culta y poseía una de esas inteligencias nobles que siempre encuentran la vía directa al corazón sin perderse en estériles demostraciones de superioridad intelectual. Su sen-tido del humor y la ternura con la que era capaz de arrojar luz sobre los episodios más amargos de su vida si...