MI ABUELA, CARMEN RODRÍGUEZ 1929 – 2014 (Traducción)
Desde el principio, la madre de mi madre tuvo dos veces mala suerte: fue niña y fue pobre.
Nació en una familia de jornaleros en un cortijo de la provincia de Córdoba. Así que, si en algún momen- to había tenido la oportunidad de ir a la escuela, la tercera desgracia vino por añadidura: la guerra civil española, siete años después de su nacimiento. Y así permaneció toda su vida como analfabeta funcional. Incluso en su vejez solo podía leer los titulares en mayúsculas.
Pero tenía una memoria fabulosa. Siempre nos cantaba romanceros de su tierra con su maravilloso acento andaluz, se sabía todos los nombres y cum-pleaños de su lejana familia y nos contaba anécdotas de su vida. Como la de la palabra canalla:
A los 20 años, recién casada y con una bebé (mi madre), se marchó definitivamente a Cataluña, donde crio a sus tres hijas y vivió su vida como madre, ama de casa y abuela.
Mi abuelo se hizo guardia civil y, cuando lo ascendieron, fue destinado a la frontera en el Pirineo catalán. En el primer pueblo donde vivieron, tan solo el cura, el maestro y el guardia civil sabían hablar castellano. Mi abuela nos contaba cómo una vez se puso con las mujeres junto al río para lavar la ropa (eran los años 50). Las mujeres hablaban entre ellas y Carmen no entendía nada, solo una palabra: canalla. En castellano significa pícaro, pero en catalán significa niños. Así pues, las mujeres solo estaban hablando de sus hijos, pero mi abuela, al principio, creía que hablaban de ella. Esta anécdota siempre nos hizo reír y se ha convertido en una historia intrafamiliar.
Lamentablemente, mi abuela falleció demasiado pronto. Me habría gustado conocerla mucho más, pero cuando me di cuenta, yo ya era adulta y estaba viviendo en Alemania. Sin embargo, su recuerdo perdura en mi memoria como una parte muy importante de mi infancia: lo maravillosamente bien que cocinaba, la sandía que llevaba para todos cuando íbamos a la playa, cómo cosía (cuando cumplí seis años, me hizo un vestido de verano, por ejemplo), o cómo hablaba de sus tres hijas. Sin em-bargo, al final le tocó lidiar con un verdadero canalla, esta vez, en castellano: un cáncer benigno en la ca-beza, pero que le causó tanto dolor que fue consu-miéndola lentamente durante más de un año.
Àvia Carmen, descansa en pau.
Montserrat Varela Navarro
*Abuela Carmen, descansa en paz
Traducción: Eva Guzmán

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